domingo, 15 de enero de 2012

Palabras con D. Manuel...



 No compartimos ideas, pero sí grandes conversaciones. 
¡Gracias por sus debates y por, sin dudarlo, contestar a mis cientos de preguntas!


En septiembre del 2008, con él sentado frente a mí, empecé a transcribir una entrevista que... cuatro años después... aún no he terminado. Y no la acabaré esta noche.. estoy segura. De aquella primera charla salí más desconcertada de lo que había entrado, convencida de que si un orgulloso ministro de Franco se sentaba en un despacho del Senado es que algo estaba pasando en el sistema democrático español. Y sí... algo había pasado: el tiempo. 

D. Manuel, lo dijo Santiago Carrillo esta noche al saber que su contrario había muerto, fue un hombre con "talento para adaptarse a los tiempos y que pese a su papel en el franquismo desempeño una labor positiva en la aprobación de la Constitución. Fue Fraga -recuerda D. Santiago siempre- quien cuando yo era un hombre muy mal visto en el país todavía me presentó en el Club Siglo XXI a algunas personas que incluso abandonaron el lugar en ese mismo momento". Porque dicen que D. Manuel nunca tuvo miedo de hacer lo que sentía. Un hombre que, pese a los amigos y a los enemigos, logró torear en primera línea de poder durante más sesenta años. Quizás no siempre fue un buen demócrata, pero sí un excelente político. 

En lo personal... Manuel Fraga me planteó decenas de contradicciones que todavía arrastro, y que me aportaron mucho. Me obligó a pensar, me exigió dudar. A él le recuerdo luchando con su propio cuerpo cansado, obligándose a madrugar enérgico, ansioso por leer antes que el mundo la prensa del día porque, decía, esa es la labor de un político de vocación: tener la necesidad de saber que pasa en la nación para pensar como mejorarlo. Pese a su caracter fuerte, sus salidas de tono, sus gestos desproporcionados y un carisma que hacía temblar por igual a empleados, periodistas y políticos... D. Manuel Fraga fue para mi un baúl lleno de historias que nunca dejaron de interesarme. Jamás se negó a contestarme a una sola pregunta y me hablaba con todo detalle de sus a veces tensos encuentros con Franco, de sus trascendentales charlas con la familia Borbón, de los abrazos, las polémicas y las bromas con Carrillo, de su relación con los suyos... y de lo único que provocaba que le temblara la voz: su pasión por Galicia. D. Manuel fue para mi mucho más que una lección de historia... un hombre que consiguió casi todo cuanto se propuso... una persona a la que, como dice de él Felipe González, "le cabía el Estado en la cabeza". Y que siempre estuvo dispuesto a compartirlo.

En cualquier caso, desde su primera gran cita con la política como ministro del franquismo en el 62 hasta su retiro como senador el noviembre pasado, Fraga siempre fue un político a tener en cuenta para su partido y para los contrarios. Y guste o no, es innegable que sesenta años de política activa, en dictadura y democracia, no se firman sin su nombre. Siempre se adaptó a los tiempos, pero nunca perdió sus referentes ni hizo nada que realmente no pensara, "jamás traicioné a mi nación y me adapté a las situaciones para defender mi vocación, la de tomar decisiones que mejorasen la realidad que en cada momento estaba viviendo España". 

  
 "Casi es preferible morir antes que arrastrar una vejez ociosa"
 
 «¡No!. No quiero que se me recuerde como un franquista. Yo era un niño cuando la Guerra Civil. No participé en la guerra ni mucho menos alenté la instauración de ese sistema de gobierno. Es más, como ministro de Información, solo contribuí a que se usase lo mejor posible. Solo cabía la posibilidad de hacer política desde dentro del sistema. Pero, ¡ojo!, nunca fui un servidor de la dictadura, sino que usé esa posición privilegiada para tratar de mejorar las cosas. Es verdad que había que hacer unas cosas que, claro, incluso llegué a lamentar, para poder hacer otras».

«Yo, calzón de lana. Así vestido, o desnudo, ocupé, con motivo del famoso baño de la playa de Palomares, la portada en The New York Times.». 

jueves, 5 de enero de 2012

Noche de Reyes



Para él son todos mis deseos de esta Noche de Reyes.
Por enseñarme tanto. Por regalarme tanto.


La Noche de Reyes siempre me ha quitado el sueño... De niña por los nervios de la ilusión, por las luces que desde la calle prometían que el cortejo real llegaba ya a mi ventana...; con los años, las noches en vela confesaban alguna que otra fiesta improvisada en Pontevedra y siempre buena compañía. Hoy, con más motivo que nunca, mi insomnio tiene una cara y un nombre. Este muñeco tiene seis años, la ilusión clavada en los ojos... y una historia tras de sí que podría llenar cientos de páginas. La realidad le ha obligado a ser adulto, y la responsabilidad que exige su vida ha hecho que su inocencia salga corriendo. Con tristeza seguramente, también con alevosía. 

Su historia, en cambio, se resume rápido. Este niño nació en Madrid y seis años después se quedó solo. Su nacimiento pedía a gritos ilusión, pero sobre todo salud. Y los deseos, aún juntando todas las fuerzas, no siempre se cumplen. A los pocos meses de nacer se le detectó una terrible enfermedad que sufren alrededor de 70 niños en España. Su caso empeoró, los tratamientos no funcionaron y una delicada situación familiar obligó a los suyos a regresar a su lugar de orígen recordando, en la distancia, que en un hospital de Madrid continúa su hijo de seis años. Él se quedó solo. Desde entonces, decenas de personas de forma voluntaria y altruista comparten su vida y su tiempo con él... hacen turnos, le llevan regalos y le arrancan sonrisas por cientos. Porque él es así, no está dispuesto a perder su sonrisa... aunque le sobren los motivos.

Hace algunos días que le convencí para que me contara un secreto: un deseo, el más fuerte, el más íntimo, el más inalcanzable. Él, mimoso, acercó su boquita para hablarme al oído y me dijo que su mayor deseo era no quedarse ni un instante solo, que siempre estuvieramos a su lado para recordarle que nunca íbamos a abandonarle. Le expliqué, diplomática y compungida, que los mayores tenemos que trabajar, que tenemos que pasar tiempo con nuestros amigos, atender las casas, que vivimos rodeados de ineludibles obligaciones... Me miró y señaló a su alrededor, resignado por mi ignorancia terrible... sin darme cuenta que él  ya tenía la fórmula para conseguir su sueño. Y me complació con el razonamiento más convicente del mundo. "Tú siempre estás aquí, -me dijo con una inmensa sonrisa-, porque encontré la forma de que cada minuto, todos, estéis a mi lado". Y me enseñó, con la ilusión atrapada entre sus manos, que todo es mucho más fácil cuando se sueña desde el corazón de un niño. Su habitación está plagada de fotos que le acompañan todo el tiempo y que recuerdan los mejores momentos que ha vivido este año; la gente a la que de verdad echa de menos, los profesionales y voluntarios incondicionales que a lo largo del 2011 le han rebozado en besos y abrazos tratando de cubrir un vacío que, en realidad, llena él solo con su capacidad para invadir la realidad de esa ilusión implacable que sólo tiene la mirada mágica de un niño.