Hay entrevistas que se guardan en la recámara y que nunca se olvidan, porque incluso sin tener muy claros los motivos, descubres que han supuesto un antes y un después en la historia de tu aprendizaje. Hoy, sin buscarla, me encontré con el borrador de una de ellas. A lo largo de mi vida, por múltiples razones, he tenido ocasión de hablar con muchas personas vinculadas al conflicto vasco e incluso en más de una ocasión he mantenido encuentros con ex miembros de la banda terrorista ETA. No es extraño, pasé más de cuatro años de mi vida frecuentando las cárceles de España. Y sin embargo, al pensar en el País Vasco la recuerdo siempre a ella...que me explicó tantas cosas y me dejó una herencia inconfesable que ni con todas las palabras del mundo se podría transcribir aquí....
Tiene 45 años. Nació en el País Vasco y ha pasado la mayor parte de su
vida en Madrid. Su vida transcurre en una familia normal… Madre y esposa, hija
y hermana, vecina y compañera… nunca habla a los suyos de su pasado, de sus
ideas, de su futuro. Simplemente, porque considera que la política es algo
íntimo, y que por rebeldía ya no quiere defenderse más. Qué cada uno piense lo
que le interese. Ella es sociable, divertida, curiosa… lleva una vida casi rutinaria
y es abertzale aunque no comulga con las estrategias de ETA. El resto, lo resume en pocas palabras pero lo deja bien claro.
“Llevo toda la vida explicando
que no soy etarra, que no creo en la muerte como opción política, que no
defiendo la violencia… Pero también llevo toda la vida silenciada, teniendo que
ocultar mis ideas, pasando miedo cuando voy por la calle, atemorizada por la
extrema derecha sólo porque nací en el País Vasco… pero también por gente que
se supone más moderada que la extrema derecha”.
Su historia comienza hace varias
décadas, cuando el primer Ministro del Interior de Felipe González ofrece a
quienes den el nombre de un etarra un millón de pesetas por delatarles. Ella y
su familia vivía en Madrid por aquel entonces, pero unos vecinos vieron la
ocasión perfecta de mejorar su calidad de vida, y apostaron su cabeza. “Creo
que mi familia y yo eran los únicos vascos que conocían… y la cantidad de
dinero era muy tentadora”. Desde entonces, arrancó su infierno personal, que
duró más de dos décadas.
“Hasta entonces nunca me había
interesado la política… me interesaba la literatura, el cine, las historias
humanas… pero la política siempre me había parecido algo lejano al pueblo, algo
frío… y todavía me lo parece. Yo no tengo una ideología política, ni siquiera
ahora, tengo una ideología del corazón y eso es lo que defiendo, mis
sentimientos. Creo que el pueblo vasco ha sido torturado, atemorizado,
condenado, criticado, masacrado por ser vascos… porque convivían cerca de ETA,
porque a costa de usar el nombre de una banda terrorista muchos violentos sin
ideología ni identidad se subieron al carro… muchos ni siquiera eran vascos…
pero querían destacarse por algo, y se sumaron a la banda como podían haberse
unido a los ultrasur, los boixos nois, los antifascistas, las bandas radicales en
cualquier sentido… es gente sin cultura, sin intereses, sin expectativas… que
buscan un lugar para destacar y sentirse especiales…
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¿Qué la
convierte en Abertzale?
Mis raíces, mi herencia, mi
cultura, mi idioma, mi literatura… pero sobre todo, una inmensa e injusta
represión. Una tortura silenciada durante décadas.
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¿Ha
sentido miedo?
Mucho, muchísimo, cada día. Miedo
a las personas que me pinchaban el teléfono, a las que me seguían por la calle,
a las que me habían denunciado injustamente a cambio de dinero, miedo al qué dirán…
y un miedo atroz a que cambian las tornas… a qué mañana llegue al poder la
extrema derecha y mis hijas estén registradas en la memoria del estado como
niñas vascas. Tengo un íntimo amigo de derechas que me ha jurado que si las
cosas se tuercen… sacará a mis hijos de España. Siento impotencia. Siento
miedo. Siento rabia. Y siento silencio… que es uno de los vacíos más inmensos
que pueden torturarte.
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¿Por qué
el fin de ETA ahora?
Puede haber mucho de cosas
pequeñas, de detalles, pero mi opinión es que no es una gestión del Gobierno,
ni una falta de financiación, ni un
cambio de opinión, ni un desgaste… mi opinión es que el pueblo vasco va venciendo
barreras y ha rechazado a la banda, y eso ellos lo notan. Ya se ha dicho no al
impuesto revolucionario, a las manifestaciones en la calle, al apoyo público… ETA
sabe que los vascos no queremos más violencia sin sentido, que no queremos
seguir estando en el punto de mira del estado solo porque ellos nos colocan
ahí, frente a la opinión pública…
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¿Nunca
van a enterrar vascos y españoles el rencor? Si seguimos haciendo un ojo por
ojo…
Creo que ya se está haciendo.
Creo que la sociedad vasca del 2011 en adelante no tiene nada que ver con la de la
transición, con la de hace veinte años… El pueblo vasco estaba muy rebotado,
muy enfrentado, muy dolido… ahora empieza a enterrar armas, a cerrar heridas, a
querer olvidar… Realmente pienso que el pueblo –no los locos que sólo quieren
sentirse fuertes-, la gente de verdad quiere luchar ya por la paz, por la
dignidad de su pueblo, por reescribir una nueva página en la historia… Y la
única forma de hacerlo es a través de la democracia, en las urnas.
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¿Votar a
quienes han apoyado a ETA o quienes formaban parte de ella, le parece digno?
Me da igual si es digno o no en
realidad, lo que importa es el único camino que nos queda. Queremos la paz,
queremos limpiar la memoria del País Vasco, queremos que aunque sea a través de
un embudo los violentos vayan entendiendo que la política no es la guerra, no
es la muerte… es la palabra. Y repito, no hablo de los violentos que hacen
pintadas… hablo de la gente que realmente era un peligro porque tenía la
trayectoria de ETA dentro de sus cabezas, dentro de sus ideas.
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¿Y en qué momento decide que no puede hablar de
sus ideas en público?
¿Qué sucede cuando dice a la gente cómo piensa?
Solo quiero que sepa una cosa.
Nunca más voy a volver a hablar de este tema. Aquí se termina esta tertulia. He
sufrido mucho tiempo por ser vasca, porque es injusto que una tierra tan
maravillosa siempre parezca sucia y manchada por el nombre de ETA, porque la
campaña que se hace en todo el Estado español contra los vascos es demoledora. El silencio es un precio menor que el desprecio... y hay guerras en las que yo no quiero seguir batallando. He perdido amigos y familia por defender un sentimiento propio, no una cuestión política, y el miedo que es siempre el peor enemigo ronda a menudo pro aquí. Yo he bajado los brazos de cara al exterior, por dentro seguiré sintiendo a mi manera porque lo vivido no lo borra nadie. Mis razones las tiene, mi presente también... y en el futuro seré, simplemente, un espectador más que observa la película desde la fila del fondo.