Son libres. A veces palpitan en el estómago. A veces se implantan en la razón. Es la historia de las mariposas. Protagonistas de algunas despedidas.
Hay despedidas que no tienen formato, ni instrucciones, ni sellos de salida. Son escenas que aprovechan guiones inadecuados. Como si el mundo ya se fuese a terminar. Promesas que se quedan en canciones. Entierros de besos enjaulados que tratan de escapar. Limpiezas para sacarle el polvo al corazón. Aceras para tropezar de nuevo con el punto de partida.
Supongo que no hay un modo correcto de despedirse cuando uno no quiere despedirse. Cuando al cerrar la puerta, inevitablemente, se empañan las derrotas de cenizas. Esqueletos de discusiones y palabrería sucia que primero desangra y después siempre se olvida. Lo más injusto del adios es trastocar la realidad para convertir el recuerdo de los fracasos en poesía.
Lo peor del después son los retales de las promesas y las rutinas hechas planes que quebraron. Las constantes vitales que se detienen para gritarnos que las notas de esta canción ya son facturas. El destino reparte besos que en realidad nunca nos damos y convierte los recuerdos en locuras. Mariposas en la razón... Historia de una despedida incompleta que no acaba porque nunca la empezamos.
No tengo palabras. Cada frase es una emoción.
ResponderEliminarGracias Diego. Tus silencios también hacen especiales las visitas.
ResponderEliminarNena, es precioso. Millones de besos.
ResponderEliminarOh!...
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