sábado, 18 de agosto de 2012

Apuntes sobre África

 

 Breves anotaciones en el camino

 

 
En el aeropuerto...  
 Cuando mi abuela era muy pequeña, su familia emigró a la África negra para intentar una vida mejor. Allí vivió cerca de veinte años y de allí son todos los cuentos con los que yo he crecido. Desde niña ese continente olvidado me parece el lugar donde el mundo sigue siendo mundo... donde la naturaleza lucha consigo misma y gana siempre, donde subsisten las grandes lecciones de humanidad y de realidad. El lugar donde, sin haber estado, siempre he querido volver...

 

Recién llegada...
No llevo en Gambia ni un día y ya me planteo quedarme eternamente... Qué forma de sonreír, qué gente tan especial, qué maravilloso el sonido de la selva... He conocido al brujo del Bosque Sagrado y a sus 96 años me ha leído la mano. Dice que este viaje ya ha empezado a marcar mi destino para siempre... :)
 
 En el camino...
Y aquí estaban todas esas historias... el lugar donde los recuerdos son presente y las tradiciones te llenan de vida. Hemos recorrido la jungla en Senegal, atravesado el bosque mágico de Gambia, charlado con un chamán, compartido la sonrisa de los niños cuando se descubren en una foto, jugado con bebes leones, hicimos llorar a pequeños que ven a una persona blanca por primera vez, el espectáculo de la pesca, los proyectos de los cooperantes, las playas paradisiacas, el ferry, el safari, las niñas que agitan sus manos con sus hermanos a hombros, las noches con el cielo más estrellado del mundo... la magia, los sueños, la tierra roja donde cada día no puede ser más feliz... 
                                        
 
Gambia... la sonrisa de África
Gambia es mucho más que el país más pequeño de África. Es mucho más que su naturaleza pura, sus paisajes vírgenes, sus tradiciones y sus leyendas, su amabilidad constante, sus ritos, sus sueños, sus calles... es mucho más que las noches de la traída de la pesca que esperan cientos de familias a pie de playa, va más allá del chamán de 96 años que habita en el Bosque Mágico y te anima al futuro, que el Safari donde los leones se convierten en ternura, que las calles encharcadas de Banjul, que los niños que corren con todas sus fuerzas sólo para tocarte el corazón... Gambia es la sonrisa de África porque, simplemente, te llena de magia por dentro. Inolvidable.
 
  ... Planes
Hace unos cinco años una mujer maravillosa salida del corazón de Guinea llegó para explicarnos que era una pieza fundamental de nuestra familia... el vértice de muchas raíces que quedaban por descubrir. Esta misma mujer me escribió hace unos días, mientras yo pisaba tierra roja, que lo tengo dentro... "es el motor de aventura. Viene de la sangre, tus antepasados embarcaron en una aventura que tu contarás al mundo y en la que tú te estas embarcando". Sábado de investigación, anotaciones, fotos viejas y casualidades... Buscando al bebé de esta foto, cincuenta años después.
 

domingo, 15 de enero de 2012

Palabras con D. Manuel...



 No compartimos ideas, pero sí grandes conversaciones. 
¡Gracias por sus debates y por, sin dudarlo, contestar a mis cientos de preguntas!


En septiembre del 2008, con él sentado frente a mí, empecé a transcribir una entrevista que... cuatro años después... aún no he terminado. Y no la acabaré esta noche.. estoy segura. De aquella primera charla salí más desconcertada de lo que había entrado, convencida de que si un orgulloso ministro de Franco se sentaba en un despacho del Senado es que algo estaba pasando en el sistema democrático español. Y sí... algo había pasado: el tiempo. 

D. Manuel, lo dijo Santiago Carrillo esta noche al saber que su contrario había muerto, fue un hombre con "talento para adaptarse a los tiempos y que pese a su papel en el franquismo desempeño una labor positiva en la aprobación de la Constitución. Fue Fraga -recuerda D. Santiago siempre- quien cuando yo era un hombre muy mal visto en el país todavía me presentó en el Club Siglo XXI a algunas personas que incluso abandonaron el lugar en ese mismo momento". Porque dicen que D. Manuel nunca tuvo miedo de hacer lo que sentía. Un hombre que, pese a los amigos y a los enemigos, logró torear en primera línea de poder durante más sesenta años. Quizás no siempre fue un buen demócrata, pero sí un excelente político. 

En lo personal... Manuel Fraga me planteó decenas de contradicciones que todavía arrastro, y que me aportaron mucho. Me obligó a pensar, me exigió dudar. A él le recuerdo luchando con su propio cuerpo cansado, obligándose a madrugar enérgico, ansioso por leer antes que el mundo la prensa del día porque, decía, esa es la labor de un político de vocación: tener la necesidad de saber que pasa en la nación para pensar como mejorarlo. Pese a su caracter fuerte, sus salidas de tono, sus gestos desproporcionados y un carisma que hacía temblar por igual a empleados, periodistas y políticos... D. Manuel Fraga fue para mi un baúl lleno de historias que nunca dejaron de interesarme. Jamás se negó a contestarme a una sola pregunta y me hablaba con todo detalle de sus a veces tensos encuentros con Franco, de sus trascendentales charlas con la familia Borbón, de los abrazos, las polémicas y las bromas con Carrillo, de su relación con los suyos... y de lo único que provocaba que le temblara la voz: su pasión por Galicia. D. Manuel fue para mi mucho más que una lección de historia... un hombre que consiguió casi todo cuanto se propuso... una persona a la que, como dice de él Felipe González, "le cabía el Estado en la cabeza". Y que siempre estuvo dispuesto a compartirlo.

En cualquier caso, desde su primera gran cita con la política como ministro del franquismo en el 62 hasta su retiro como senador el noviembre pasado, Fraga siempre fue un político a tener en cuenta para su partido y para los contrarios. Y guste o no, es innegable que sesenta años de política activa, en dictadura y democracia, no se firman sin su nombre. Siempre se adaptó a los tiempos, pero nunca perdió sus referentes ni hizo nada que realmente no pensara, "jamás traicioné a mi nación y me adapté a las situaciones para defender mi vocación, la de tomar decisiones que mejorasen la realidad que en cada momento estaba viviendo España". 

  
 "Casi es preferible morir antes que arrastrar una vejez ociosa"
 
 «¡No!. No quiero que se me recuerde como un franquista. Yo era un niño cuando la Guerra Civil. No participé en la guerra ni mucho menos alenté la instauración de ese sistema de gobierno. Es más, como ministro de Información, solo contribuí a que se usase lo mejor posible. Solo cabía la posibilidad de hacer política desde dentro del sistema. Pero, ¡ojo!, nunca fui un servidor de la dictadura, sino que usé esa posición privilegiada para tratar de mejorar las cosas. Es verdad que había que hacer unas cosas que, claro, incluso llegué a lamentar, para poder hacer otras».

«Yo, calzón de lana. Así vestido, o desnudo, ocupé, con motivo del famoso baño de la playa de Palomares, la portada en The New York Times.». 

jueves, 5 de enero de 2012

Noche de Reyes



Para él son todos mis deseos de esta Noche de Reyes.
Por enseñarme tanto. Por regalarme tanto.


La Noche de Reyes siempre me ha quitado el sueño... De niña por los nervios de la ilusión, por las luces que desde la calle prometían que el cortejo real llegaba ya a mi ventana...; con los años, las noches en vela confesaban alguna que otra fiesta improvisada en Pontevedra y siempre buena compañía. Hoy, con más motivo que nunca, mi insomnio tiene una cara y un nombre. Este muñeco tiene seis años, la ilusión clavada en los ojos... y una historia tras de sí que podría llenar cientos de páginas. La realidad le ha obligado a ser adulto, y la responsabilidad que exige su vida ha hecho que su inocencia salga corriendo. Con tristeza seguramente, también con alevosía. 

Su historia, en cambio, se resume rápido. Este niño nació en Madrid y seis años después se quedó solo. Su nacimiento pedía a gritos ilusión, pero sobre todo salud. Y los deseos, aún juntando todas las fuerzas, no siempre se cumplen. A los pocos meses de nacer se le detectó una terrible enfermedad que sufren alrededor de 70 niños en España. Su caso empeoró, los tratamientos no funcionaron y una delicada situación familiar obligó a los suyos a regresar a su lugar de orígen recordando, en la distancia, que en un hospital de Madrid continúa su hijo de seis años. Él se quedó solo. Desde entonces, decenas de personas de forma voluntaria y altruista comparten su vida y su tiempo con él... hacen turnos, le llevan regalos y le arrancan sonrisas por cientos. Porque él es así, no está dispuesto a perder su sonrisa... aunque le sobren los motivos.

Hace algunos días que le convencí para que me contara un secreto: un deseo, el más fuerte, el más íntimo, el más inalcanzable. Él, mimoso, acercó su boquita para hablarme al oído y me dijo que su mayor deseo era no quedarse ni un instante solo, que siempre estuvieramos a su lado para recordarle que nunca íbamos a abandonarle. Le expliqué, diplomática y compungida, que los mayores tenemos que trabajar, que tenemos que pasar tiempo con nuestros amigos, atender las casas, que vivimos rodeados de ineludibles obligaciones... Me miró y señaló a su alrededor, resignado por mi ignorancia terrible... sin darme cuenta que él  ya tenía la fórmula para conseguir su sueño. Y me complació con el razonamiento más convicente del mundo. "Tú siempre estás aquí, -me dijo con una inmensa sonrisa-, porque encontré la forma de que cada minuto, todos, estéis a mi lado". Y me enseñó, con la ilusión atrapada entre sus manos, que todo es mucho más fácil cuando se sueña desde el corazón de un niño. Su habitación está plagada de fotos que le acompañan todo el tiempo y que recuerdan los mejores momentos que ha vivido este año; la gente a la que de verdad echa de menos, los profesionales y voluntarios incondicionales que a lo largo del 2011 le han rebozado en besos y abrazos tratando de cubrir un vacío que, en realidad, llena él solo con su capacidad para invadir la realidad de esa ilusión implacable que sólo tiene la mirada mágica de un niño. 


sábado, 10 de diciembre de 2011

Otoño, octubre


La mañana del viernes 21 de octubre todo arranca de nuevo. Los pasos se encuentran otra vez en este punto de partida. Hace un año… era octubre, era otoño… y él inauguraba una etapa de conversaciones consigo mismo, de puertas para dentro. Hoy de nuevo el otoño deja una luz tenue sobre los adoquines en las calles… y Manuel Carrasco ha encontrado razones aún más fuertes para regresar a esta locura que es la música, para mezclar su profesión con su corazón.

En “Otoño, octubre” Manuel cuenta la historia de un encuentro con desencuentro… de la búsqueda cómplice de un pasado que le enfrenta a su reflejo en el espejo… a su soledad. Más adelante, el tema creció de la mano de Claudio Guidetti , afamado productor italiano (Eros Ramazzotti, Toquinho, Carmen Consoli, Amaia Montero), que junto a Manuel se encargó de vestirla en su estudio de Milán durante el verano del 2011.

El primer single del último álbum de Manuel Carrasco llega como letras de emergencia… con todas las ganas. Nace un largo recorrido que todavía empieza, de nuevo, hoy…

Y otra vez es otoño. Y es octubre…




viernes, 18 de noviembre de 2011

El reloj, los planes y cosas que caben en una canción




Me gustan las cosas pequeñas. Los pequeños detalles que convierten la vida en algo grande y especial. Las cosas que parecen insignificantes pero que llenan los días de sonrisas, de silencios mágicos, de recuerdos que parece que se van a olvidar.. pero nunca se olvidan. Las copas de vino tinto. Me entretienen las formas de los relojes, aunque no me gusta llevarlos conmigo: creo que el tiempo no se cuenta ni se define. Me ilusiona mi inconformismo y mis ganas de ser más feliz, aunque siempre quiera dar más, aunque me enfade conmigo misma cuando siento que no lo consigo. Me gusta que, varios años después, todavía me intrigue la magia de Anthony Blake y que Brian Weiss me haga pensar: ¿volveré a encontrarte en algún lugar algún día?

Me entusiasman las personas que me llaman para decirme que ya tienen el billete en el bolsillo, media hora después de que hayamos colgado el teléfono sin saber cuando nos volveremos a encontrar. Me ilusionan las frases que resumen bien la emoción de una película... y los autores que me hacen pensar. Me encanta que las cosas más insignificantes me ilusionen más que nada en el mundo: el mensaje de una tarta de cumpleaños, pisar la casa donde nació Lola Flores, volar sobre Londres en el barco de Peter Pan... que no me cueste nada querer ni decir Te quiero, encontrar en julio el regalo perfecto para celebrar tu navidad.

Me gustan los abrazos que me llegan por la espalda provocando que me suenen todas las vertebras y me tocan la emoción y la sonrisa. Me gusta la gente incondicional, la que siempre regresa a tu vida porque en realidad nunca se ha ido. La gente que elige su destino, aunque su objetivo sea estar a la deriva cogido de la mano que ha escogido. Me gustan las mantas que esperan dobladas sobre el sofá.

Me hacen sentir las casualidades... las sonrisas que se colocan en el camino como las piedrecitas de Juan Sin Miedo, mostrando el camino de ida, el rumbo, las soluciones y nunca la mejor forma de regresar. La gente que no tiene miedo a equivocarse de nuevo, que le cede el espacio al corazón que bombea porque ha sentido. Me gustan los recuerdos, sobre todo los que siempre pueden compartirse con una sonrisa... los que están llenos de nostalgias con brillo en los ojos... las partidas de cartas... las confesiones de los ancianitos que cuentan sus conclusiones antes de cerrar su libro... Me gusta el cine español que es imborrable sólo porque a mi me hace reír... las canciones que me tranquilizan porque siento que me las cantas y que las cantas conmigo... los momentos que son sólo decisión mía, aunque me empeñe en compartirlos contigo.

Me emociona bajarme del autobús y sorprenderme al ver que desde su cartel de publicidad me saluda un profesor que convirtió sus clases en lecciones de como afrontar la vida con una sonrisa. Porque es un lujo que quiera enseñarte a sentir así. Y es un placer descubrir que he sido una buena alumna. Me llenan las personas que veo crecer... los mensajes que me escriben de día en Montevideo pero yo leo de noche en Madrid... cinco años después de haberme despedido de una niña que ahora es una mujer dispuesta a cambiar el mundo.

Me gusta tener memoria... memoria para los recuerdos pequeños... los que se difuminan, se escabullen, se desdibujan, pero que siempre tienen sentido... Me emociona la distinta forma que tienen de ver la vida las personas que quiero, porque esas miradas son parte de las cosas importantes que llenan mi vida. Me gustan los días en los que descubro que las mesas donde ceno están llenas de personas inmensamente especiales, inmensamente distintas. Y me gusta recorrer con gente muy diferente los mismos destinos.

Las casualidades que provocan que toda la vida y que todos los silencios entren dentro de una misma canción. Me gustan las cosas pequeñas, los relojes y los planes...

martes, 28 de junio de 2011

Despedir al corazón



A Fabiola y Ana Osorio


Esta noche en vela he despedido a una mujer en la antesala de un quirófano y mañana la recogeré, a primera hora, estrenando un nuevo corazón. Así de relativa es la vida. Así de extravagante.

Resumido, el episodio de esta noche se queda largo... como las palabras que se dicen en silencio. Fabiola es una de esas personas que laten de arriba abajo... quiera o no su corazón morir de tanta insistencia. Periodista de los pies a la cabeza y al revés, desgastada por el pálpito de la curiosidad por todo e invadida por una pasión desbordada que le invadió el pecho y le frenó las emociones. La vida atrevida, que se empeña en aleccionar y en poner límites. Pero la historia no es el porqué... la historia es el ahora... y el ahora se debate entre el romanticismo y la ciencia ficción en un quirófano de la quinta planta del Gregorio Marañón, donde un equipo brillante recoge un corazón que termina de latir para empezar a volver a latir. ¡¡Qué cosas!

En lo básico, en lo natural, no estoy preocupada en absoluto. Esa mujer entró en quirófano convencida de que mañana nos veríamos y, sinceramente, no me parece Fabiola de esas personas dispuestas a llevarse una promesa incumplida a la tumba. Espero una llamada... la llamada que me diga que ya estrena latidos nuevos para irme a dormir sabiendo, con seguridad, que voy a poder cobrarme con unas buenas arepas la noche en vela de hoy. Mientras, me entretengo dibujando en un papel planes para el día en que yo tenga algo que decir en la Organización Nacional de Trasplantes... tan eficaz para que nadie la cuestione, pero tan limitada para que cientos de órganos sanos terminen cada año yendo con prisa a ninguna parte. Para que sean decenas las personas que fallecen esperando su esperanza convertidas en un número más de una lista.

Confieso que también me quita el sueño el recuerdo insistente de las palabras de un amigo del alma tras su primera sesión de quimio. Una lección magistral de pánico jugando en primera división: "no me asusta el cáncer, ni me asusta el dolor... lo que temo es que la química no distinga entre células malas y buenas... entre neuronas malas y neuronas buenas... que cuando me despierte las ideas sean distintas... que ya no sea del Barça sino del Madrid, que ya no sea de izquierdas sino aférrimo militante de la más legional derecha".

En unas horas saludaré a Fabiola de la misma forma en la que me vio por última vez, agitando la mano mientras me despedía del corazón que avanzaba hacia el desgüace. Estará celebrando la novedad, como quien se pone el domingo zapatos nuevos. Y pesándolo en frío... sólo espero que el corazón de verdad, el que se enseña, el que define y el que se comparte, el corazón que tiene memoria y recuerda, que ese no se lo lleven en el trasplante, que no se confundan y, que mi amigo aquel del cáncer que sigue siendo un poeta de izquierdas, no tuviera en su miedo razón. Sólo falta que después de la noche que hemos pasado... Fabiola vuelva con el corazón de piedra, me mire desafiante a los ojos y confiese, sin derecho a réplica ni lugar a dudas, que no tiene tiempo ni ganas de ponerse a cocinarme las arepas.

Para evitar torturarme con este pensamiento rememoro mi última escena... despidiéndome con la mano de un silencioso corazón que terminaba... ¿dónde terminan los corazones que se han roto? ¿dónde se esconden sus secretos? ¿le dejarán por escrito al sustituto las cosas por las que debe entusiasmarse, el tipo de hombres por el que debe palpitar...? Despedirse del corazón debe ser tan desconcertante como el día que ves a tu primer amor besar a una novia nueva. Prejubilarle, debe ser tan cruel como la recién licenciada en Recursos Humanos que ya el primer día tiene que expulsar al desolado padre de familia... así, a la calle, sin finiquito alguno y alegando que después de veinte años no es el perfil apto que buscan para este puesto en la empresa. Despedir al corazón es un acto terrible que, incluso a veces, nos llena de vida. Una mezcla entre la emoción y la desolación que desconcierta y compromete al silencio, a la medicina y a la ciencia. La esperanza de vivir que comienza despidiendo al viejo corazón que ya se va, despacito y en camilla, caminito del desgüace.


viernes, 3 de junio de 2011

Antonio Vega. De amor, despedidas y otras canciones.




"Dónde nos llevó la imaginación..."


Antonio Vega siempre me pareció un tío lleno de personas, lleno del barrio, lleno de una capacidad enorme para estar y escuchar. Me divierte la gente extrovertida, pero me gusta la gente que calla... me intriga el silencio en el que rebotan las ideas y buscan un tubo de salida. Él me parecía así. Como una vida acabada despidiéndose entre las cuerdas de la guitarra.

Hoy hace dos años que dejó de respirar en un hospital de Madrid. Le velaron en la SGAE, en la misma Malasaña desde la que escribió siempre y a pocos metros de su Penta, La Chica de Ayer, escrita de su puño y letra, preside la sala. Al unos doscientos metros de donde les escribo yo ahora.


Un par de veces pude hablar con él por diferentes casualidades que me obligaron a entrevistarle, algo que -pura evidencia. no le divertía ni lo más mínimo. La última vez que nos vimos fue en una fiesta que organizaron unos amigos, pocos meses antes de morir. Dos horas eran tiempo suficiente para entender que  Antonio era un tipo de pocas palabras, capaz de contagiarte en un tiempo record de una ternura enorme. Lo que pensaba la gente le importaba bien poco. Era el dueño de sus botas. Parecía una persona que hacia lo que le daba la gana, llena de contradicciones. Empezó arquitectura y sociología, pero apostó por inventar canciones. Nunca dejó de tocar y de sonar, pero murió sin más posesiones que sus guitarras y un coche. Su director musical le criticaba tanto como le adoraba: Antonio siempre ha sido excesivamente generoso. Se pasó la vida regalando sus mejores canciones a  otros; colegas de la movida que le contaban que se habían quedado sin pasta...  Músicos que empezaban. El dinero le importaba muy poco. 

La noche que Antonio murió llegué a casa y busqué entre sus discos las primeras palabras que él escribió cuando perdió a la chica que amaba: "no creo que la vida me de tiempo a dejar de quererla, aunque me haya dejado, aunque se haya adelantado a mí. Sigo profundamente enamorado de la persona que me dejó porque me sigue llenando cada día". Ella murió en el 2004. Se llamaba Marga. Antonio dijo entonces que quería dedicarle el mejor disco de su carrera. No se me ocurre un regalo más auténtico.

La última vez que lo vi, Antonio hacía la gira de su disco de despedida: 3000 noches con Marga. Levanta la vista de la guitarra cuatro veces en la hora y cuarto que dura el concierto. Olvida la letra más de doce. Se le escapa una media sonrisa cuando oye que alguien grita que le quiere desde la última fila en un intento de prestarle aire. Sus músicos le preguntan si está bien. Eliminan de la lista dos canciones. La gente no se mueve. Se mira. Permanecen quietos con cerveza en mano, sintiéndose invasores en el campo de batalla. Testigos de un momento de intimidad de Antonio consigo mismo, y con sus recuerdos.

Antonio repasa a media voz, porque no le queda otra, canciones que han sido su banda sonora, y la nuestra. Lo hace a medio gas, a medias palabras, a medio acorde; como si le quedase solo la mitad. Como si las 3000 noches compartidas con Marga le dejasen, para siempre, sólo la mitad de su vida.


lunes, 9 de mayo de 2011

Mariposas en la razón


Son libres. A veces palpitan en el estómago. A veces se implantan en la razón. Es la historia de las mariposas. Protagonistas de algunas despedidas.


Hay despedidas que no tienen formato, ni instrucciones, ni sellos de salida. Son escenas que aprovechan guiones inadecuados. Como si el mundo ya se fuese a terminar. Promesas que se quedan en canciones. Entierros de besos enjaulados que tratan de escapar. Limpiezas para sacarle el polvo al corazón. Aceras para tropezar de nuevo con el punto de partida.

Supongo que no hay un modo correcto de despedirse cuando uno no quiere despedirse. Cuando al cerrar la puerta, inevitablemente, se empañan las derrotas de cenizas. Esqueletos de discusiones y palabrería sucia que primero desangra y después siempre se olvida. Lo más injusto del adios es trastocar la realidad para convertir el recuerdo de los fracasos en poesía.

Lo peor del después son los retales de las promesas y las rutinas hechas planes que quebraron. Las constantes vitales que se detienen para gritarnos que las notas de esta canción ya son facturas. El destino reparte  besos que en realidad nunca nos damos y convierte los recuerdos en locuras. Mariposas en la razón... Historia de una despedida incompleta que no acaba porque nunca la empezamos.


jueves, 5 de mayo de 2011

Para que Yoani le hable al mundo...


“Después de comenzar a escribir en mi bitácora, me tiemblan a menudo las rodillas. Para evitar endiosamientos y futuras crucifixiones, aclaro que mi blog es un ejercicio personal de cobardía para decir en la red todo aquello que no me atrevo a expresar en la vida real". 

Yoani Sánchez


 
Catorce pisos nos separan del suelo... de la tierra y de la realidad de La Habana. Desde su terraza en el último piso, Yoani acaricia la cabeza de su perra Chispita mirando al horizonte, convencida de que el mundo se reinicia de nuevo entre sus manos. Y es cierto. Internet tiene otra dimensión cuando se escribe desde estas cuatro paredes... en un camino a contracorriente para gritarle su verdad al mundo. Sueños compartidos que muchos dejan bajo la almohada, y que Yoani filtra cada día a través de una cadena de solidaridad invisible.

La historia de Yoani se hace pública a partir del 2007... cuando tras una temporada en París elige volver a Cuba para luchar por existir dentro de su propio mundo. Ganarse el derecho a tener un hogar. Ese año nace su blog Generación Y, dispuesto a abrir desde La Habana una ventana que permita a otros saber lo que sucede dentro de la isla. Reinaldo y Teo, su familia, la escoltan desde el cuarto de al lado con un cable que la ata a tierra. El resto del tiempo… viaja a través de sus mensajes con una ilusión infinita para traspasar las fronteras de su bloqueo. Ella lo hace como una terapia personal contra su fobia al silencio obligado e injusto, pero su mensaje se convierte en un dominó capaz de botar de pantalla en pantalla por miles de ordenadores a lo largo de todo el planeta.

Hace meses que en la isla su bitácora está bloqueada y la filóloga cubana tuvo que diseñar un complicado plan estratégico para seguir haciendo lo que se ha convertido en su trabajo vital: darle voz a los que creen que ya han apagado su voz. Quizás el día que los silenciados quieran hacerse oír descubran que ya no sólo se les ha secado la boca, sino también la vista y el oído enterrados por el miedo, la espantosa plaga que les sacude.

Esta tarde, en Madrid, Yoani Sánchez estará sin estar en la presentación del libro técnico que cuenta su experiencia: Un blog para hablar al mundo (Anaya, 2011); un engendro que nace en su distancia porque los pasos de Yoani se terminan en el mismo lugar en el que comienzan: una oficina donde se extravían día tras día centenares de visados sin rumbo. Las autoridades cubanas temen que ella vuelva; para evitarlo le prohibe la salida -extraña paradoja-. El primer libro de Yoani ya es un éxito sólo por el hecho de esquivar las rejas que se negaban a verle nacer. Es una revolución que anuncia que el miedo es la mayor arma que potencia este siglo XXI cargado de palabras que no enseñan sino destruyen, es el ejemplo principal de una batalla ganada con las teclas de un ordenador. Las víctimas mortales de la catástrofe son todos los que creen que la voluntad todavía puede detenerse.