viernes, 8 de octubre de 2010

Mario


De mis actos de rebeldía... y conversaciones con mis amigos.
Vayan por delante mis respetos a Vargas Llosa.

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...mi padre siempre decía que la vida era simple. Que bastaba con desear con mucha fuerza algo o alguien para obtenerlo. Y el fracaso no era más que la prueba de que el deseo no había sido suficientemente intenso…
(El marido de la peluquera. Leconte) 


Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti han sido eternos rivales en las listas de candidatos latinos a los premios de literatura más importantes del mundo... entre ellos, por supuesto, el Nobel. Si en realidad a Mario le importaba, nunca dejó que yo me diera cuenta... pero a mí si me importaba, me importó siempre y me importó mucho. Ahora sólo me importa que no esté sentado en su butaca para que me diga con su acento dulce que en realidad La ciudad de los perros habla más de la vida que nada que haya escrito un funcionario montevideano que escupía poesía desde las seis de la mañana compulsivamente. Él apreciaba como amigo y escritor al peruano, pese a las polémicas discrepancias políticas de las que hicieron partícipe varias veces a la opinión pública. Seguro que esta mañana al recibir la noticia se hubiera alegrado, le hubiera hecho una llamadita y seguiría sentado en su mesa escribiendo sobre las historias que suceden en la izquierda del mundo. Para Mario lo que decía un niño con frío sentado en una esquina cualquiera tenía más mérito que nada de lo que él escribía. Supongo que era parte de su encanto; que nunca dejó de escuchar y de admirar a los que le rodearon hasta el último suspiro. Que nunca le costó reconocer méritos ajenos. Que nunca creyó que le correspondiera por derecho el Cervantes o el Nobel de Literatura. Que siempre cedió su talento a las historias que nacen de lo que contaron otros. Que fue la pluma de lo simple.. de lo humano... de lo tierno.

Hoy que todo el mundo cita a Mario -Vargas Llosa-, hoy que descubro que realmente levanta pasiones que a mi apenas me han rasgado, yo quería recordar a Mario, a las veces que he pensado cuando salía el siempre lejano nombre del último premiado, que el año siguiente sería por el fin el momento de recibir el suyo; hoy estoy convencida de que el Nobel no ha sido para él sólo porque Marío nunca lo ha deseado con la misma fuerza, con el mismo ímpetu, con las misma necesidad de reconocimiento de los que sí sí lo han conseguido... Mario tenía deseos mucho más importantes.

Mario no quiso esperar a que en Suecia dijeran su nombre...
Porque su táctica era la humildad.
Porque su logro era el cariño.
Porque el premio que perseguía era no echar más de menos ni vivir más en pasado. Porque su premio era Luz. Y su deseo compartido.

Enhorabuena siempre, Mario.



es tan lindo / saber que usted existe / uno se siente vivo 
 y cuando digo esto / quiero decir contar  / aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco / no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio / sino para saber / a ciencia cierta
que usted sabe que puede / contar conmigo.

Mario Benedetti

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