martes, 5 de octubre de 2010

La intuición: cuando sin pensar se siente





A Jordi, saldando deudas con su inspiración


Se cruzaban en un café cada mañana, a la hora del desayuno; y durante horas se pensaban recordando un futuro que nunca habían vivido. Coincidían en el autobús, puntuales a la vuelta del trabajo poco después de las seis; hasta que ella lo invitó a café en la misma mesa que siempre lo había imaginado. Siempre leían el periódico en el mismo banco del parquecito los domingos, esperándose, saludándose con la intuición y sin palabras. Solían chocar sus dedos cuando se disponían a pulsar el botón del ascensor, ella iba al séptimo y él al quinto, se miraban a los ojos a la altura del segundo piso… dibujando sueños en el aire. Los dos cambiaron la oficina gris de Madrid donde se saludaban cada mañana y tropezaron en el mercado de Marrakech un jueves del mes de julio… Varias parejas situadas en diferentes lugares del mundo. Es la magia de las casualidades. De los momentos que aún no encuentran sentido o que no se han vivido todavía. Es el protagonismo de la emoción. La sonrisa de los pequeños detalles.

Se convierten en minúsculos sueños que recuerdas antes de que lleguen a pasar, sucesos que no sabemos que lo son, personas que sabes que alguna vez has encontrado, caricaturas de magia que prometen un presente distinto. Momentos perdidos o aislados en medio de la nostalgia o del infinito. Son miradas. Son rincones. Vidas cruzadas. Instantes que hacen que se mueva con más fuerza el corazón. ¿Qué une a la gente que no se conoce? ¿qué cantidad de recuerdos se agolpan en el subconsciente y por qué, de pronto, lo intuimos? ¿cómo una casualidad puede despertar el recuerdo... una señal del pasado o del futuro? ¿Cómo se registra un acontecimiento tan atado a un sentimiento? Como sabemos que la vida puede cambiar de repente, y a pesar de todo.

Descartes decía que la intuición es la capacidad de aplicar el conocimiento inmediato. Para Burke y Miller es la solución de problemas realizada de modo inconsciente y se basa en el saber acumulado por la experiencia cotidiana, una intervención automática del subconsciente. Albert Einsten, muy claro, decía que la intuición era la única cosa realmente valiosa en el mundo. Mi amigo Jordi Cristau, mucho más interesante que cualquiera de ellos, piensa que la intuición es, simplemente, el mayor don que nos ha dado la vida, la fuerza más poderosa que nace del ser humano, el subconsciente luchando contra las trivialidades y las rutinas… capaz de hacernos ver que vale la pena creer en lo que nos dice el corazón. Jordi Cristau dice que la intuición es la culpable de darnos la magia para enamorarnos...

La vida está hecha de pequeñas escenas sin final y sin principio definido. Está hecha de pequeñas conexiones que no tienen explicación, ni conclusión, ni causa. Está hecha de momentos que valen la pena. Ponemos el acento en la lógica de lo racional, y olvidamos las situaciones que ponen en marcha nuestro destino. Y vivir no tiene ninguna razón. Al fin y al cabo, casi nada tiene sentido. Salvo la magia que provoca la intuición cuando, sin pensar, de verdad se siente.

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